lunes, 4 de agosto de 2008

ESTOS DÍAS RAROS DE BERGMAN Y BORGES


Del séptimo sello de Bergman

Estos días han sido días raros, he visto a Bergman, como con devoción pero con un temor al blanco y negro, que no me venía desde que tenía un viejo TV amarillo en mi cuarto, ese que trasmitía los canales en esos colores. Quizás el miedo a esas películas de terror en la madrugada desobediente del niño que fui. Tengo un cierto temor que sólo acá admito, pero no es ese temor bárbaro y novelero a la soledad, ¿Acaso es soledad la mía? es un temor como al futuro, a lo incierto, hago planes, buenos planes, bellos planes, y luego temo a ellos.

He visto una casa hermosa, como soñada, que hace una linea paralela con la linea de mi futuro. Sueño mi jardín colorido y fragante, pero temo tenerlo. He sido golpeado por la ceguera de Vallejo Buero y por la prosa poética y profética de Borges, leo sus cuentos como por obligación. He despertado estos días con amor a las letras, el sol que cambia su posición en estas montañas silenciosas afecta de un modo distinto mi ser estos días.

Me he acercado y disfrutado del juego de la seducción, pero con intención no he llegado a nada por medio de él. Seduzco y me dejo seducir pero no se consuma el juego, no hay ganador ni perdedor, es como una partida de ajedrez con tablas eternas, ahogo a mi rey y nadie lo nota. Disfruto de la mujer de una manera parca y sosegada, los pequeños placeres secretos que todos tenemos están tan presentes en mí estos días que no puedo más que disfrutarlos.

Estos días recuerdo sin dolor el pasado, no añoro nada, aunque extraño esa fuerza que la tristeza nos insufla en el pecho, ahora escribo con una honda alegría de no estar triste. Vi un canario bailar en el verde pasto de la mañana, oí a las flores desperesarse entre la maleza que las cerca, el sol tuesta las hojas viejas.

Hoy leí a Borges, oí a los clásicos, me bañe en agua de azahar, tome jugo de naranjas, desayune tostada de trigo rústica y higadillos con crema y ginebra Bombay, los aromaticé con brotes de ajo y cebolla, miré al sol, pensé en Dios y me senté a escribir, cosa que hace días no hacía. Me sorprendió en la mañana con una mirada añorada, a la que no correspondí, y en la soledad matutina de mi casa mire mi vida que es bella y fragante y que estos días está impregnada de tranquilidad. Y aunque la tormenta arrecia en el exterior, dentro de mi casita hay paz, pero en unos días raros de Bergman y Borges.

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