viernes, 25 de noviembre de 2011

CAMILLE CLAUDEL








Camille Claudel a Paul Claudel.
Montdevergues, 3 de marzo de 1930.

Querido Paul,

Hoy, 3 de marzo, es el aniversario de mi secuestro en Ville-Evrard: hace 17 años que Rodin y los marchantes me enviaron a hacer una penitencia a los asilos psiquiátricos. Después de apoderarse de la obra de toda mi vida sirviéronse de B. para ejecutar su siniestro proyecto y me hiceron cumplir años de prisión que bien se merecerían ellos.
B. no era más que un agente del que se sirvieron para tenerte al margen y utilizarte para dar este audaz golpe que salió tal y como habían planeado gracias a tu credulidad y la de mamá y Louise. No olvides que la mujer de B. es una atigua modelo de Rodin: ahora ves la maquinación de la que fui objeto. ¡Qué bonito! ¡Todos aquellos millonarios lanzándose contra una artista indefensa! Ya que los señores que colaboraron con tan buena acción son todos más de 40 veces millonarios.
¡Parece que mi taller, algunos de mis pobres muebles, algunos útiles construidos por mi misma, mi pobre menaje aun excitaban su codicia! Como la imaginación, el sentimiento, lo nuevo, lo imprevisto que surege de un espíritu desarrolado les está vedado, cerrados de mollera, cerebros obtusos, eternamente ciegos a la luz, les hace falta alguien que les provea. Ellos lo decían: "Nos servimos de una alucinada para encontrar los temas".
Tendría que haber al monos algunos estómagos agradecidos que supieran compensar a la pobre mujer a la que despojaron de su genio. ¡No! ¡Una casa de locos! ¡Ni siquiera el derecho a tener mi propia casa!
(...) Parece que el principal beneficiario de mi taller es el Señor Hébrard, editor de obras de arte, calle Royale. Allí se precipitaron todos mis bocetos (más de 300). Parece que ya unos años antes de mi marcha de París, los bocetos que hacía de Villeneuve tomaban el camino de su casa (¿por qué milagro?, ¡Dios sabe!). Los encontré en su casa copiados en bronce y firmados por otros artistas, ¡realmente es muy fuerte! ¡Y condenarme a prisión perpetua para que no reclame!
Todo esto sale del fondo del cderebro diabólico de Rodin. Sólo tenía una idea, que cuando él muriera yo podría alzar vuelo como artista y llegar a ser más que él: era preciso que consiguiera tenerme en su garras después de su muerte igual que su vida. Era preciso que yo fuera desgraciada muerto él igual que vivo. ¡Lo ha conseguido punto por punto, porque lo que es desgraciada lo soy! ¡Puede que no te importe mucho pero lo soy!
(...) Estoy muy aburrida de esta esclavitud. Me gustaría mucho estar en mi casa y cerrar bien la puerta. No sé si pueda realizar ese sueño, estar en mi casa.
(...) No tengo noticias de tus hijos.
Muchos saludos para ti y tu familia.
C.

*Extraído de "Correspondencia de Camille Claudel", Editorial Síntesis.

lunes, 21 de febrero de 2011

ENTRE DIOSES Y HOMBRES: HÖLDERLIN







Algunos poemas poderosos vuelven a mí de pronto, en medio de la noche (oscura de mi alma) y me interceptan en medio del devenir de la noria de mi vida. Y aunque la poesía ya no es el ritmo que mueve mis madrugadas solitarias ante la inmensidad de la noche, a veces viene a mi y me sacude, y me recuerda al viejo y loco Hölderlin, hermosa y poderosas palabras. Para él, el arte es la conexión entre los hombres y los dioses. Acá un poema que me regalaron un sábado en la tarde, cuando la vida era una aventura y el arte tarareaba sus melifluas notas en mi corazón.


A LAS PARCAS

Un verano y un otoño más os pido , Oh Poderosas,
para que pueda madurar mi canto,
y así, saciado con tan dulce juego.
mi corazón se llegue hasta morir.

El alma que acá abajo fue frustrada
no hallará reposo ni en el orco,
pero si logro plasmar lo más querido
y sacro entre todo, la poesía,

entonces sonreiré satisfecho a las feroces
sombras, aunque debiera dejar
en el umbral mi voz. Un solo día
habré vivido como los dioses y eso basta.
Friedrich Hölderlin

sábado, 29 de enero de 2011

MARTIN LUTHER KING DESDE LA DISTANCIA




"Si supiera que el mundo se acaba mañana,
yo, hoy todavía, plantaría un árbol."
Martin Luther King


Entre tanto conflicto que ha ocurrido en un país convulsionado, entre discordias y divisiones, entre decepciones y olvidos, entre violencia e intolerancia que nos carcomen. Entre la violencia sacudidora que estremece a un país no me lleno de tristeza porque pienso en un hombre que tuvo un sueño y vio desde una montaña el provenir, que lucho, marcho, soño y habló sobre un futuro lleno de tolerancia, de convivencia, de paz, de espiritualidad. Recuerdo hoy a Martin Luther King, que vivió para llenar de esperanza a los desesperados y para ser el visionario de un sueño que a casi todos parecía imposible.

Ahora pongo en memoria de este hombre notable su discurso tan famoso, tan poderoso, tan sincero, tan profundo, que no pasa sin mi mar sin hacer estragos de maremoto, que no corre entre mis venas sin hacer un vendaval en mí mismo. Este gran orador -con razón considerado en las más altas cúspides de la elocuencia- en este discurso expone el sentimiento que muchos y por largo tiempo habían callado y sufrido... El Reverendo King no creyó en la violencia, creyó en Dios y en la desobediencia civil, creyó en la unión de los oprimidos para luchar por sus derechos. A King lo mataron una tarde en Memphis las rastreras fuerzas de la oscuridad, pero mataron solo al hombre y no su voz ni sus ideales ni menos aún la esperanza que sembró en los corazones de sus hermanos.



I Have a Dream



Tengo Un Sueno
Martin Luther King, Jr.

Discurso durante la Marcha a Washington por Trabajos y por la Libertad 28 Agosto 1963 Washington, D.C.

Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy día en esta que será, en la historia, la más grande demostración para la libertad en la historia de nuestro País.

Hace cien años, un gran Americano, en cuya simbólica sombra estamos hoy parados, firmó la Proclamación de la Emancipación. Este trascendental decreto vino como un gran rayo de luz de esperanza para millones de esclavos Negros, chamuscados en las llamas de una marchita injusticia. Vino como un lindo amanecer al final de una larga noche de cautiverio. Pero cien años después, el Negro aún no es libre; cien años después, la vida del Negro aún es tristemente lisiada por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación; cien años después, el Negro vive en una isla solitaria en medio de un inmenso océano de prosperidad material; cien años después, el Negro todavía languidece en las esquinas de la sociedad Americana y se encuentra desterrado en su propia tierra.

Entonces hemos venido hoy día aquí a dramatizar una condición vergonzosa. En un sentido hemos venido a la capital de nuestro País a cobrar un cheque. Cuando los arquitectos de nuestra república escribieron las magníficas palabras de la Constitución y la Declaración de Independencia, ellos firmaban un pagaré del cual cada Americano sería el heredero. Este pagaré era la promesa que todo hombre, sí, el hombre negro y el hombre blanco, tendrían garantizados los derechos inalienables de vida, libertad, y búsqueda de la felicidad.

Es obvio hoy día que América ha incumplido este pagaré en lo que concierne a sus ciudadanos de color. En lugar de honrar esta sagrada obligación, América ha dado a la gente Negra un cheque malo; un cheque que ha regresado con el sello “fondos insuficientes.” Pero rehusamos creer que el Banco de Justicia está quebrado. Rehusamos creer que no haya suficientes fondos en las grandes bóvedas de oportunidad de este País. Y entonces hemos venido a cobrar este cheque, el cheque que nos dará sobre manera la riqueza de libertad y la seguridad de justicia.

También hemos venido a este sagrado lugar para recordar a América la urgencia impetuosa de ahora. Este no es el momento de tener el lujo de enfriarse o tomar tranquilizantes de gradualismo. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de Democracia; ahora es el momento de salir del obscuro y desolado valle de la segregación al camino alumbrado de la justicia racial; ahora es el momento de sacar nuestro País de las arenas movedizas de la injusticia racial, a la piedra sólida de la hermandad; ahora es el momento de hacer de la justicia una realidad para todos los hijos de Dios. Sería fatal para la nación pasar por alto la urgencia del momento. Este verano ardiente por el legítimo descontento del Negro, no pasará hasta que no haya un otoño vigoroso de libertad e igualdad.

1963 no es el fin, si no el principio. Y los que pensaban que el Negro necesitaba desahogarse para sentirse contento, tendrán un rudo despertar si el País regresa al mismo oficio. No habrá ni descanso ni tranquilidad en América hasta que al Negro se le garantice sus derechos de ciudadanía. Los remolinos de la rebelión continuarán a sacudir las bases de nuestra nación hasta que surja el esplendoroso día de la justicia.

Pero hay algo que yo debo decir a mi gente, los cuales están parados en el umbral gastado que conduce al palacio de la justicia. En el proceso de ganar el lugar que nos corresponde, no debemos ser culpables de hechos censurables. No busquemos satisfacer nuestra sed de libertad con tomar de la taza de la amargura y del odio. Siempre tendremos que conducir nuestra lucha en el plano alto de la dignidad y disciplina. No podemos permitir que nuestras protestas creativas se degeneren en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas alturas del encuentro de la fuerza física con la fuerza del alma. La maravillosa nueva militancia, la cual ha envuelto a la comunidad Negra, no debería llevarnos a desconfiar de toda la gente blanca; porque varios de nuestros hermanos blancos, como se ve hoy día por su presencia aquí, han venido a darse cuenta que su destino esta amarrado con nuestro destino. Y ellos han llegado a darse cuenta que su libertad esta inseparablemente unida a nuestra libertad. No podemos caminar solos. Y al caminar, debemos hacer la promesa que siempre marcharemos adelante. No podemos volver atrás.

Hay aquellos que están preguntando a los devotos de los Derechos Civiles, “Cuando estarán satisfechos?” Nunca podremos estar satisfechos mientras que el Negro sea víctima de horrores indescriptibles de brutalidad policial; nunca podremos estar satisfechos mientras que nuestros cuerpos, pesados por la fatiga de viajar, no podemos alojarnos en los moteles de las carreteras y en los hoteles de las ciudades; no podremos estar satisfechos mientras que la mobilidad básica del Negro es de un barrio pequeño a uno más grande; nunca podremos estar satisfechos mientras que nuestros hijos están despojados de su personalidad y robados de su dignidad por un letrero escrito “Sólo Para Blancos,” no podremos estar satisfechos mientras que el Negro de Mississippi no pueda votar y el Negro de New York crea que no tiene nadie por quién votar. No! No, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta “que la justicia corra como el agua y las virtudes como una fuerte quebrada,“

Yo no desconozco que algunos de ustedes han venido pasta aquí con grandes esfuerzos y tribulaciones. Algunos de ustedes han llegado recién de unas angostas celdas. Algunos de ustedes han venido de áreas donde su búsqueda de libertad los ha dejado golpeados por la tormenta de persecución y derrumbados por los vientos de la brutalidad policíaca. Ustedes han sido los veteranos de sufrimiento creativo. Continúen trabajando con la fé de que el sufrimiento no merecido es redentorio. Regresen a Mississippi; Regresen a Alabama; Regresen a South Carolina; Regresen a Georgia; Regresen a Louisiana; Regresen a los barrios bajos y a los ghettos de nuestras ciudades Norteñas, sabiendo que de alguna manera esta situación podrá y será cambiada. No nos revolquemos en el valle de la desesperación.

Entonces les digo a ustedes, mis amigos, que aunque nosotros enfrentemos las dificultades de hoy y de mañana, aún yo tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño Americano, que un día esta nación surgirá y vivirá verdaderamente de su credo, “nosotros mantenemos estos derechos patentes, que todo hombre es creado igual.” Yo tengo un sueño que ese día en las tierras rojas de Georgia, hijos de esclavos anteriores e hijos de dueños de esclavos anteriores se podrán sentar juntos a la mesa de la hermandad. Yo tengo un sueño que un día aún el estado de Mississippi, un estado ardiente por e1 calor de justicia, ardiente por el calor de la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia. Yo tengo un sueño que mis cuatro pequeños hijos algún día vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de la piel, sino por el contenido de sus carácteres.

Hoy yo tengo un sueno!

Yo tengo un sueño que un día en Alabama, con sus racistas viciosos, con su Governador con sus labios goteando palabras de interposición y nulificación, un día allí en Alabama los pequeños negros, niños y niñas, podrán unir las manos con pequeños blancos, niños y niñas, como hermanos y hermanas.

Hoy yo tengo un sueno!

Yo tengo un sueño que algun día cada valle será elevado, y cada colina y montaña serán hechas llanas. Los lugares más ásperos serán aplanados y los lugares torcidos serán hechos rectos, “y la gloria de Dios será revelada y todo género humano se verá junto.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fé con la cual yo regreso al Sur. Con esta fé podremos labrar de la montaña de la desesperación, una piedra de esperanza. Con esta fé podremos transformar el sonido discordante de nuestra nación en una hermosa sinfonía de hermandad. Con esta fé podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, pararse juntos por la libertad, sabiendo que algún día seremos libres, y este es el día. Este será el día cuando todos los hijos de Dios podrán cantar con nuevos sentidos “Mi País es de ti, dulce tierra de libertad a ti yo canto. Tierra donde mi padre murió, tierra del orgullo de los peregrinos, de cada lado de la montaña, dejemos resonar la libertad.” Y si América va a ser una grande nación, ésto tendrá que hacerse realidad.

Entonces dejen resonar la libertad desde la cima de los montes prodigiosos de New Hampshire; dejen resonar la libertad desde las poderosas montañas de New York; dejen resonar la libertad desde las alturas de las Alleghenies de Pennsylvania; dejen resonar la
libertad desde las rocas cubiertas de nieve de Colorado; dejen resonar la libertad desde las curvosas cuestas de California. Pero no sólo ésto. Dejen resonar la libertad de la Montaña de Piedra de Georgia; dejen resonar la libertad desde la montaña Lookout de Tennessee; dejen resonar la libertad desde cada colina y montaña de Mississippi. “De cada lado de montaña dejen resonar la libertad.” Y cuando ésto pase y cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar de cada aldea y cada caserío, de cada estado y cada ciudad, podemos apurar el día en que todos los hijos de Dios, hombre negro y hombre blanco, Judíos y Cristianos, Protestantes y Católicos, podemos unir nuestras manos y cantar en las palabras del viejo espiritual Negro: “Libre al Fin, Libre al Fin; Gracias Dios Omnipotente, somos libres al fin.”


domingo, 23 de enero de 2011

AJEDREZ ETERNO Y BORGES

Panajedrez de Xul Solar

Sigo con el ajedrez en la mente y en el corazón, cuadros de esta batalla que no tiene final, más allá del hombre. ¿Qué Dios detrás de Dios mueve las piezas? Borges siempre tan caro a mi corazón parece que dialogara conmigo en estos momentos. Acá este poema que dice tanto y me remueve mi tablero interior. Este ajedrez eterno que no finalizará con mi vida. Brevedad es la palabra que juega hoy, su estrategia es parecer eternidad, inconsciencia del tiempo tenemos.

La secreta correspondencia astrologica de las piezas me extasían al punto de ver cada juego como un poema en desarrollo, o cada partida de ajedrez como un movimiento del pluriverso. Rey sol, reina luna, alfil mercurial, caballo ladino afrodisíaco, torre marcial... en sus domicilios diurnos con el rey y nocturnos con la bella reina. Peones, somos los peones influidos por los planetas, somos peones que pueden morir en un lance o evolucionar en el acto heroico de coronar, trascender, ascender incluso a luna, nunca a rey.


Ajedrez

I

En su grave rincón, los jugadores
rigen las lentas piezas. El tablero
los demora hasta el alba en su severo
ámbito en que se odian dos colores.

Adentro irradian mágicos rigores
las formas: torre homérica, ligero
caballo, armada reina, rey postrero,
oblicuo alfil y peones agresores.

Cuando los jugadores se hayan ido,
cuando el tiempo los haya consumido,
ciertamente no habrá cesado el rito.

En el Oriente se encendió esta guerra
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.
Como el otro, este juego es infinito.

II

Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada
reina, torre directa y peón ladino
sobre lo negro y blanco del camino
buscan y libran su batalla armada.

No saben que la mano señalada
del jugador gobierna su destino,
no saben que un rigor adamantino
sujeta su albedrío y su jornada.

También el jugador es prisionero
(la sentencia es de Omar) de otro tablero
de negras noches y blancos días.

Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?

Jorge Luis Borges