sábado, 30 de mayo de 2009

ARTE POÉTICA DE BORGES


Estos días en los que pienso en el mar, y que mi maestro lee con sus alumnos La Odisea recuerdo este poema que tanto me gusta y me hace pensar en mi mismo y en la mar. En esta foto Jorge ase la nada, ¿acaso la nada nos ase a todos?

Arte Poético


Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.

Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.

Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,

ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.

A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.

Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.

También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.




viernes, 29 de mayo de 2009

JESÚS Y LOS GRIEGOS


Eleusis
Y vinieron unos griegos preguntando por Jesús:




Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la
fiesta.
Ellos se acercaron a
Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaban diciendo:
—Señor, quisiéramos ver a Jesús.
Felipe fue y se lo dijo a Andrés. Andrés y
Felipe se lo dijeron a Jesús.
Y Jesús les respondió diciendo: —Ha llegado la
hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.
De cierto, de cierto os
digo que a menos que el grano de trigo caiga en la tierra y muera, queda solo;
pero si muere, lleva mucho fruto.
El que ama su vida, la pierde; pero el que
odia su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
Si alguno me sirve,
sígame; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve,
el Padre le honrará.


Dicen algunos entendios que por medio de estas palabras dio a conocer Jesús a los griegos que Él había sido iniciado en los misterios de Eleusis, y así se reconocía con ellos como hermano.