viernes, 11 de mayo de 2018

SANTO ESTEFANO BELBO, LAS TRUFAS Y LOS DAIMONS



 Cesare Pavese. 
Foto: http://griseldagarcia.blogspot.com/


Hace algún tiempo pasé una temporada en la región de Cuneo, al norte de Italia, andaba en cosas de cocina. Dormíamos en un pueblo cercano, un pequeñisimo pueblo en una montaña llamado Albareto de la Torre. Entre Dolcetos y Barolos conocimos esa región, entre turrones y mieles la saboreamos, entre verdes y ventiscas la caminamos. 

Los Fines de semanas paseabamos por la región y llegamos a otro pequeñito pueblo de San Estefano Belbo. Llegamos ahí cómo llevados por un guía invisible. Bello pueblito de la región, tranquilo, hermoso. Resultó que ese pueblito fue cuna de uno de los poetas que más aprecio, que no es otro que Cesare Pavese (1908-1950)

Entre esas montañas, entre esos árboles encontré su casa como escondida entre las raíces de una encina, ahí nació este daimon, este conector entre lo divino y lo terrenal. Como otros, forzó su salida de este mundo, ¿Qué oculta cosa vislumbraran en sus andadas los poetas? ¿Qué cosa los hace huir de este mundo? ¿Será tan hermosa la visión de otras realidades? ¿Cuál oscuro secreto conocen los poetas que huyen de esta vida? 

La única respuesta: la poesía misma. Acá pongo uno de sus poemas que más me gustan y me elevan.



Vendrá la muerte y tendrá tus ojos...

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo. Oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino.

Versión de Carles José i Solsora