sábado, 26 de marzo de 2016

Capa y Gerda





Erne y Gerta


Capa y Cartier-Bresson conversan sobre una foto 
y el francés le pregunta cuántas fotos buenas ha hecho.
 “Dos, ¿y tú?”. Cartier-Bresson responde: “Una”.


El viejo contaba siempre que en Barquisimeto llegó una mujer enviada de Madame Blavatsky que vaticinaba el cambio de la humanidad por el nuevo lugar de la mujer en la sociedad, decía que hasta ahora el mundo había aleteado con una sola ala, que era el hombre, que con el nuevo lugar de la mujer en el mundo, sería la otra ala, que completaría a la humanidad y la haría elevarse a alturas inimaginables. Me parece bella la imagen, y por experiencia personal, lo creo.

Hay artistas solitarios, pero no es el caso de Robert Capa, que no es un sólo fotógrafo sino la con conjunción afortunada de Erne Ernö Friedmann y Gerta Pohorylle, que juntos publicaban sus fotos con el seudónimo: Robert Capa. Capa (Erne para la vida pública) y Gerda Taro fueron corresponsales de guerra, bueno lo fue Erne y Gerda lo acompañaba pero ambos fotografiaban al punto de que hoy es imposible decir qué fotos de de quién. 

De cualquier forma no importa que creemos en lo que dijo la enviada de la Blavatsky y recordamos el  mito de andrógino puesto en boca de Aristófanes por Platón. Así que en medio de terribles conmociones de la humanidad esta dupla, que era uno solo ser, o que se elevó al número tres, en dirección a la perfección, hicieron de las fotos más recordadas de la historia reciente del mundo, y convirtieron al foto reportaje como en una religión para los noveles fotógrafos. 

Su carrera marcada por la controversia de fotos montadas, dicen que son falsas El miliciano muerto, los milicianos disparando en campo abierto, (poco creíble) etc. Llamado mentiroso, de igual forma él y Taro fueron los primeros fotógrafos de la guerra civil española. Además de tener grandiosas fotos de la Segunda Guerra Mundial, la primera guerra de Indochina y otros conflictos bélicos del mundo. Son notables sus fotos de Picasso y de varias actrices de la época dorada de Hollywood. Además de las extraordinarias fotos y de que a la final fue el hombre el que se llevó las glorias, Capa fue co-fundador de la Agencia Magnum.

Creo que la pareja ríe desde donde estén y disfrutan de sus fotos juntos, como ejercieron la profesión. 


  
Miliciano muerto. Cerro muriano, Córdoba. 1936. El nombre del miliciano Federico Borrel García. 

lunes, 29 de febrero de 2016

Federico, mi niñez, Yerma y la poesía que no es útil

Foto: Federico al piano. revista abretelibro.com


Pienso en Federico, lo conocí como de niño, aún la poesía era algo útil en mi vida diaria, con sus rimas deliciosas me llevó a España, a lo andaluz, supe del flamenco, de Cervantes, baile una sevillana con la profe de flamenco en medio de un bar abarrotado, me enamoré con sus romances. Federico es como un amigo de infancia, que me enseñó los celos terribles en Yerma, trabajé en esa obra como Juan, y sufrí de unos celos que me mataban, pensé en la Carmen de Saura y la trama de la obra de me enrredaba con la realidad... Federico me enseñó la música de la poesía, junto a su piano oí las nanas más hermosas, con sus letras sufrí como personaje, como actor la muerte interior de un hombre. Quizá con Federico pasé de niño a adulto, no lo sé, pero como un buen amigo de la infancia, en estos días donde la adultes no deja que la poesía sea útil, el recuerdo de todo lo vivido junto o con Federico me reconforta, con la mirada segura del tiempo.

Así para retornar a este espacio olvidado de mí mismo que es este blog arranco con esto de Federico García Lorca, espero les guste tanto como a mí...



La Casada Infiel



Y que yo me la llevé al río 
creyendo que era mozuela, 
pero tenía marido. 

Fue la noche de Santiago 
y casi por compromiso. 
Se apagaron los faroles 
y se encendieron los grillos. 
En las últimas esquinas 
toqué sus pechos dormidos, 
y se me abrieron de pronto 
como ramos de jacintos. 
El almidón de su enagua 
me sonaba en el oído, 
como una pieza de seda 
rasgada por diez cuchillos. 
Sin luz de plata en sus copas 
los árboles han crecido, 
y un horizonte de perros 
ladra muy lejos del río. 



Pasadas las zarzamoras, 
los juncos y los espinos, 
bajo su mata de pelo 
hice un hoyo sobre el limo. 
Yo me quité la corbata. 
Ella se quitó el vestido. 
Yo el cinturón con revólver. 
Ella sus cuatro corpiños. 
Ni nardos ni caracolas 
tienen el cutis tan fino, 
ni los cristales con luna 
relumbran con ese brillo. 
Sus muslos se me escapaban 
como peces sorprendidos, 
la mitad llenos de lumbre, 
la mitad llenos de frío. 
Aquella noche corrí 
el mejor de los caminos, 
montado en potra de nácar 
sin bridas y sin estribos. 
No quiero decir, por hombre, 
las cosas que ella me dijo. 
La luz del entendimiento 
me hace ser muy comedido. 
Sucia de besos y arena 
yo me la llevé del río. 
Con el aire se batían 
las espadas de los lirios. 

Me porté como quien soy. 
Como un gitano legítimo. 
Le regalé un costurero 
grande de raso pajizo, 
y no quise enamorarme 
porque teniendo marido 
me dijo que era mozuela 
cuando la llevaba al río.