lunes, 21 de diciembre de 2009

LA MISTRAL, CHILE, EL VENDAVAL Y LA MIRADA TERRIBLE


Ahora mismo pienso en el sur, en Chile, quizás por Gabriela Mistral que entró a mi vida de pronto, como un golpe como un vendaval que todo lo arrasa y todo lo limpia. Un vendaval que arrastró los despojos de mi ser a la oscura cañería del olvido. Yo no estaba atento y la encontré, como se encuentran las ciudades perdidas y los tesoros, sin buscar, sin querer, sin imaginar. Decía Heráclito que si uno no espera lo inesperado nunca encontrará lo que espera. Yo no esperaba el duro golpe de su mirada terrible, ni su voz de contralto tan seguro y dulce a la vez. Nunca imaginé verla entre tanta gente, entre tanta mundanidad, tan mundana y tan divina. Parece que se sumergiera en el mundo para disfrazar su naturaleza divina.

De pronto yo en el ojo del huracán, de pronto ella y yo bailando una danza innexplicable, un poema lúcido, de pronto mi alma y la suya transparentes y poseídas la una por la del otro. Gabriela (Mistral) llegó a mi vida un día viernes, un día sábado eramos cercanos, un día domingo nos amabamos, un día lunes no pertenecíamos, un día jueves...

Yo no imagino a Chile sin pensar en la Mistral, en el mar, en la delgadez como un pelo, en el merkén, en el vino, los viñedos, en el frio terrible de una mirada eterna, en Alfonsina Storni entrando al mar y en Gabriela.

Acá un poema de Mistral y un pequeño homenaje a esta chilena tan hermosa que llegó a mi vida de pronto y sin buscarlo.

BESOS

Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenaron sé de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.
GABRIELA MISTRAL
(CHILE 1889- NEW YORK 1957)