sábado, 14 de junio de 2008

IONESCO, EL ABSURDO, VICTIMAS DEL DEBER, LA CLÁSICA Y EL ETERNO RESPLANDOR DE UNA MENTE SIN MEMORIA



El teatro del absurdo fue un movimiento que renovó el teatro de las viejas estructuras fosilizadas que desde siglos lo había alejado en muchos casos de su intención real de arte consiente y catártico y por tanto de arte sagrado. Beckett y Ionesco son sus representantes más conocidos; pero, Genet, Artaud, Adamov, Stoppard, Pinter, Mrosev, Arrabal, Piñeiro y Tardieu, son autores que han trabajaron este estilo teatral de manera maravillosa. El absurdo como recurso usa la metáfora poética como medio de expresión de la ansiedad del hombre, lo incongruente de su existencia, la ceguera de su destino, lo inexplicable de su propia condición múltiple y paradójica, inconsistente y dinámica, amnésica de sí misma y dicotómica; donde como bien lo dice Gurdjieff todo sucede y nada es hecho. Así, este estilo se aleja de la realidad objetiva y se sume en una especie de ambiente de ensueño o fantasía, un teatro superrealizante en la medida en que el superrealismo sea onírico.

En el teatro del absurdo lo trágico y lo cómico no se definen con los límites acostumbrados y en una especie de danza onírica se burlan de las estructuras que hasta entonces existieron en el teatro. Lo trágico en el teatro del absurdo es la propia existencia humana, que es incoherente como lo muestra en muchos de los diálogos de los que se vale para hacer una sátira de la propia existencia humana. El hombre que no muestra coherencia entre su propia condición y sus deseos, que se vuelven estereotipos, una suerte de histeria colectiva que abandona la individualidad en beneficio al bien común inconsciente, a sueños y deseos prefabricados y vendidos por la sociedad misma y determinados por el momento histórico.

El hombre es absurdo, así el teatro rompe la lógica que hasta ese momento dominó el hilo dramático de las obras que se escribían para inspirarse en otra "lógica y otra psicología, aportando contradicción a la no contradicción y no contradicción a lo que el sentido común juzga como contradictoria, abandonando el principio de identidad y de la unidad de los caracteres en beneficio del movimiento, de una psicología dinámica... (Víctimas del Deber. E. Ionesco)". Los personajes no son siempre los mismos, la personalidad no existe, en ellos no hay sino fuerzas contradictorias o no contradictorias, haciendo que los personajes sean cada vez menos ellos mismos perdiendo su forma frente a lo informe del devenir, cada personaje es menos él mismo que el otro. Eso lo explica en su propia obra Ionesco, poniendo su manifiesto en boca de uno de sus personajes.

Situaciones que no corresponden al hilo dramático hasta entonces planteado, diálogos que en apariencia no dicen nada, incongruencia de los diálogos, varias líneas discursivas que en una especie de polifonía se conjugan en escena, alegorías, símbolos, pero todo sin cierre ni punto de vista, dejan que el espectador saque sus propias conclusiones interviniendo de manera impactante en el choque dramático necesario para que la catarsis en el espectador se produzca, para que el sentido de la propia condición humana, a manera de espejo donde se vea representada la condición humana y el espectador allí se mire, como herramienta para conocerse a sí mismo. Las piezas abandonan el sentido de identidad, de unidad de los personajes y caracteres, la acción, la casualidad, todo en beneficio del movimiento, un movimiento vertiginoso que lleva a los personajes a trasgredir sus propias fronteras y a intercambiarse unos con otros, a ser varios personajes a la vez, trasladándose en brincos de una lado a otro, de una representación a otra, haciendo difícil para el espectador entender la obra y para el actor interpretarla.

El pasado fin de semana La Clásica, una Compañía de teatro dedicado al estudio y puesta en escena de obras del teatro universal, presentó la Obra: Víctimas del Deber de Eugenio Ionesco en la ciudad de Mérida, Venezuela. La obra contó con una dirección impecable y un montaje hermoso y profundo por parte de Rossana Ceruso. Esta obra hace una sátira del psicoanálisis, es una sátira del psicoanálisis freudiana pero que se vale de un lenguaje onírico, donde el autor expone muchos preceptos del teatro del absurdo en boca de sus personajes. La obra es terriblemente buena y de un impacto que deja secuelas en el espectador por varios días, es una comedia donde los trágico se hace cómico, y lo cómico resulta siendo trágico para el hombre mismo. Hace burla del complejo de Edipo y de la dialéctica Hegeliana, el cuchillo del personaje Nicolás podría representar la muerte, la imposibilidad de comunicación, la falsedad del hombre, lo ilógico de su existencia, la inconformidad de la sociedad, pero como siempre el autor no concluye nada y deja abierta toda posibilidad de interpretación. Lo trágico del hombre es lo insoportable de su propia exisistencia, lo trágico es la propia realidad, muestra en la cotidianidad del hombre una desmitificación de las acciones del hombre mismo, mostrando el trasfondo trágico, absurdo, paradójico de él mismo.

En la obra, Ionesco hace que Choubert el personaje principal represente una especie de obra de teatro dentro de la obra de teatro, que además de burlarse de las escuelas rígidas e inconcientes de teatros que perdieron conexión con el sentido original del teatro o nunca la tuvieron, nos hace preguntarnos como espectadores si nuestra vida no es más que una interpretación de una obra absurda, donde representamos una y otras vez una sucesión de personajes que no hacen más que contradecirse unos con otros, haciendo en ese constante movimiento las veces de lo que denominamos personalidad. No lo sé, pero es impactante preguntarselo. También en la obra hay una búsqueda constante de un tal Mallot con una "t" al final, que nunca aparece pero está siempre presente durante toda la obra, la pesquisa policial del Mallot con una "t" al final nos muestra un adrentrarse en la psiquis humana, y un recorrido por su propia interioridad, por su puesto en forma burlesca y graciosa pero muy inteligente. No termina uno de entender toda la profundidad de la obra enmascarada en incoherencia que contiene esta obra pero nos preguntamos ¿Dónde está Mallot con una "t" al final, ¿Dónde estamos nosotros mismos?.


Finalmente muchos dicen que el teatro del absurdo influyó sobre Buñuel y su cine, aunque sobre eso existe controversia, pero
en lo personal pienso que la película The eternal sunshine of spotless mind (Michel Gondry, 2004), escrita por el excéntrico Charlie Kaufman está influenciada por esta obra de Ionesco. En ambas, obra teatral y película hay un adentrarse en la psiquis del personaje, en sus recuerdos, traumas y humillaciones como medio de exploración de él mismo y muestra una batalla en cada personaje para encontrar en Choubert el recuerdo de Mallot con una "t" y desaparecer en Joel Barish el recuerdo el recuerdo de Clementine. Sea como sea tengo ahora un profundo respeto por el teatro del absurdo y en especial por Ionesco que nos regaló obras impresionantes y de una trascendencia no tan anunciada y muchas veces subestimada.