sábado, 10 de noviembre de 2018

W. WHITMAN LA PALABRA QUE PERDURA EN EL TIEMPO




Una hoja de hierba
Creo que una hoja de hierba, no es menos
que el día de trabajo de las estrellas,
y que una hormiga es perfecta,
y un grano de arena,
y el huevo del régulo,
son igualmente perfectos,
y que la rana es una obra maestra,
digna de los señalados,
y que la zarzamora podría adornar,
los salones del paraíso,
y que la articulación más pequeña de mi mano,
avergüenza a las máquinas,
y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha,
supera todas las estatuas,
y que un ratón es milagro suficiente,
como para hacer dudar,
a seis trillones de infieles.

Descubro que en mí,
se incorporaron, el gneiss y el carbón,
el musgo de largos filamentos, frutas, granos y raíces.
Que estoy estucado totalmente
con los cuadrúpedos y los pájaros,
que hubo motivos para lo que he dejado allá lejos
y que puedo hacerlo volver atrás,
y hacia mí, cuando quiera.
Es vano acelerar la vergüenza,
es vano que las plutónicas rocas,
me envíen su calor al acercarme,
es vano que el mastodonte se retrase,
y se oculte detrás del polvo de sus huesos,
es vano que se alejen los objetos muchas leguas
y asuman formas multitudinales,
es vano que el océano esculpa calaveras
y se oculten en ellas los monstruos marinos,
es vano que el aguilucho
use de morada el cielo,
es vano que la serpiente se deslice
entre lianas y troncos,
es vano que el reno huya
refugiándose en lo recóndito del bosque,
es vano que las morsas se dirijan al norte
al Labrador.
Yo les sigo velozmente, yo asciendo hasta el nido
en la fisura del peñasco.



¡ Oh Capitán, mi Capitán !

¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán!
Nuestro temeroso viaje está hecho;
el buque tuvo que sobrevivir a cada tormenta,
el premio que buscamos está ganado;
el puerto está cerca, escucho las campanas,
todo el mundo está exultante,
mientras siguen con sus ojos la firme quilla,
el barco severo y desafiante:
 
  Pero ¡Oh corazón! ¡Corazón! ¡Corazón!
    oh, las lágrimas se tiñen de rojo,
      mi Capitán está sobre la cubierta,
        caído muerto y frío.
 
¡Oh capitán! ¡Mi capitán!
Levántate y escucha las campanas;
levántate, izan la bandera por ti,
por ti suenan las cornetas;
por ti ramos y cintas de coronas,
por ti se amontonan en las orillas;
Por ti te llama la influyente masa,
giran sus rostros impacientes;
 
  ¡Aquí Capitán! ¡Querido padre!
    Este brazo bajo tu cabeza;
      Es como un sueño sobre la cubierta,
        Has caído muerto y frío.
 
Mi capitán no responde,
sus labios están pálidos e inmóviles;
Mi padre no siente mi brazo,
no tiene pulso ni voluntad;
El barco está anclado sano y salvo,
el viaje ha terminado y se ha hecho;
De un viaje temeroso, el barco triunfador,
entra con su objetivo realizado;
 
  Exultamos, ¡oh costas y tañidos, oh campanas!
    Pero yo, con triste pisada
      Camino en cubierta donde está mi Capitán
        Caído muerto y frío

martes, 30 de octubre de 2018

OCTUBRE Y LA MIRADA

Octubre desbastador... destruiste la casa, dejaste en ruinas el edificio de mi corazón. Entre los escombros desesperados, veo el pasado y temo el futuro. Una tristeza terrible me embarga, y como sanguijuela me vive, no logró quitarla.  

Octubre implacable, has destruido mi reino, jinete terrible, asolador... saqueador de mi alma. 

Octubre ladrón... robaste mi sonrisa, hurtaste la mirada... me cargaste con un peso profundo... y huiste... ahora vuelves, como vuelven todos los males... y de frente me miras... ahora te vas como se van las alegrías... y sin pena me ignoras.

Octubre presagiaste el dolor... Octubre indiscreto y murmurador... Vete ya... honremos a los muertos... devuélveme al menos la sonrisa. Los recuerdos son el refugio en este descampado en que me dejaste.

martes, 12 de junio de 2018

LA MULTITUD DE TU HERMOSURA Y ESTE CORAZÓN SOCAVADO







En medio de esta tristeza que me embarga desde Octubre, me doy cuenta que pasa el tiempo y no se me quita, pienso jamás se me quitará. Este vacio que me socava la estructura de mi corazón, no me destruye como una bomba, me va carcomiendo de a poco. Palabras terribles, la verdad, siempre la ruda, cruel, despiadada verdad.

En medio de esta ciudad en ruinas que es mi ser, en medio de tanta destrucción, muy a pesar de mí, he podido andar, ver cosas hermosas, y guisar algunos platos nuevos. Platos esperanzados, platos inspirados en un amor que quizá nunca fue. Siempre la multitud de tu hermosura. No verás nunca cuanto te he querido, no hay espacio suficiente en este corazón socavado para tanto amor, nunca lo supe expresar, se que es tarde.

Frente a la vida, frente a la muerte, siempre tus ojos, siempre tu nombre.

De pronto esta canción, de la nada.



Drexler desde lo más profundo de mi corazón para ti, que quizá nunca pudiste ver cuanto te he querido.

viernes, 11 de mayo de 2018

SANTO ESTEFANO BELBO, LAS TRUFAS Y LOS DAIMONS



 Cesare Pavese. 
Foto: http://griseldagarcia.blogspot.com/


Hace algún tiempo pasé una temporada en la región de Cuneo, al norte de Italia, andaba en cosas de cocina. Dormíamos en un pueblo cercano, un pequeñisimo pueblo en una montaña llamado Albareto de la Torre. Entre Dolcetos y Barolos conocimos esa región, entre turrones y mieles la saboreamos, entre verdes y ventiscas la caminamos. 

Los Fines de semanas paseabamos por la región y llegamos a otro pequeñito pueblo de San Estefano Belbo. Llegamos ahí cómo llevados por un guía invisible. Bello pueblito de la región, tranquilo, hermoso. Resultó que ese pueblito fue cuna de uno de los poetas que más aprecio, que no es otro que Cesare Pavese (1908-1950)

Entre esas montañas, entre esos árboles encontré su casa como escondida entre las raíces de una encina, ahí nació este daimon, este conector entre lo divino y lo terrenal. Como otros, forzó su salida de este mundo, ¿Qué oculta cosa vislumbraran en sus andadas los poetas? ¿Qué cosa los hace huir de este mundo? ¿Será tan hermosa la visión de otras realidades? ¿Cuál oscuro secreto conocen los poetas que huyen de esta vida? 

La única respuesta: la poesía misma. Acá pongo uno de sus poemas que más me gustan y me elevan.



Vendrá la muerte y tendrá tus ojos...

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
-esta muerte que nos acompaña
de la mañana a la noche, insomne,
sorda, como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo-. Tus ojos
serán una vana palabra,
un grito acallado, un silencio.
Así los ves cada mañana
cuando sola sobre ti misma te inclinas
en el espejo. Oh querida esperanza,
también ese día sabremos nosotros
que eres la vida y eres la nada.
Para todos tiene la muerte una mirada.
Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
Será como abandonar un vicio,
como contemplar en el espejo
el resurgir de un rostro muerto,
como escuchar unos labios cerrados.
Mudos, descenderemos en el remolino.

Versión de Carles José i Solsora