miércoles, 30 de julio de 2008

BORGES, LO PERDIDO, LO DICHO Y LO NO DICHO


Borges, simpre Borges... ir a sus poemas es como adentrarse en los archivos de mi propia alma, no es porque piense que soy Jorge Luis, sino porque el hombre es tan universal que cuando el dice las cosas yo pienso que mejor no se podrían decir, no escribo poesía porque pienso que Borges ya lo dijo todo por mi.



Lo Perdido

¿Dónde estará mi vida, la que pudo
haber sido y no fue, la venturosa
o la de triste horror, esa otra cosa
que pudo ser la espada o el escudo
y que no fue? ¿Dónde estará el perdido

antepasado persa o el noruego,
dónde el azar de no quedarme ciego,
dónde el ancla y el mar, dónde el olvido
de ser quien soy? ¿Dónde estará la pura
noche que al rudo labrador confía
el iletrado y laborioso día,
según lo quiere la literatura?
Pienso también en esa compañera
que me esperaba, y que tal vez me espera.

J. L. Borges

jueves, 17 de julio de 2008

Córdoba, la lejanía, García Lorca y la muerte.


Aunque se ha postergado de nuevo nuestro encuentro, ¡Oh Córdoba!; te sigo extrañando sin conocerte. Sigue en mi pecho el ardiente deseo de ver tus torres desde la llanura, cuando llegue a ti lo haré por tierra y a pie en el último tramo. Iré a ti antes que a Santiago y aunque no sea tu cuerpo campo de estrellas, una estrella oculta me ha guiado a ti desde hace mucho. Te deseo, como se desea a un cuerpo lubrico, Córdoba, lejana y sola. Federico insufló en mi las ganas de estar en ti; mi amiga que me presentó a Federico no te extraña como yo... Se aproxima el tiempo en que recorra tus callejuelas y acaricie tu hermosura, mientras tanto... sueño contigo como un mar que me inunda el alma pero no me ahoga, me hace flotar. Y esta semana que la muerte tanto ha gritado su acecho, que la muerte con su constante susurro clama a mi oído su dominio sobre todos, debe esperar. Desde tus torres me observa y no nos podemos encontrar... aún.

La Canción del Jinete

Córdoba.
Lejana y sola.

Jaca negra, luna grande,
y aceitunas en mi alforja.
Aunque sepa los caminos
yo nunca llegaré a Córdoba.

Por el llano, por el viento,
jaca negra, luna roja.
La muerte me está mirando
desde las torres de Córdoba.

¡Ay qué camino tan largo!
¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay, que la muerte me espera,
antes de llegar a Córdoba!

Córdoba.
Lejana y sola.

Federico García Lorca


martes, 1 de julio de 2008

APOLONIO DE TYANA, LA MUERTE, LA VIDA... LA INVISIBILIDAD


"No hay muerte de nada, sólo en apariencia. El cambio de la esencia al ser parece ser el nacimiento y el cambio del ser a la esencia parece ser la muerte, pero en realidad nadie nace ni muere. Es simplemente ser visible y entonces invisible; lo primero a través de la densidad de la materia y lo último por la sutileza de la esencia..."

Esto lo dice Apolonio de Tyana y esto también:
"La ley nos obliga a morir por la libertad, la naturaleza nos ordena morir por nuestros padres, nuestros amigos y nuestros hijos. Todos los hombres están atados a estos deberes. Pero un deber mayor descansa en el sabio, él debe morir por sus principios y por la verdad que él ama más que a su vida..."

Antes de llamarseles santos a los hombres que hacían de conexión entre el mundo de los hombres y el de los dioses eran llamados daimon, de la palabra griega que significa eso mensajero entre los hombres y los dioses. Apolonio fue un daimon, un intermediario entre este mundo y órdenes superiores. Hoy día y si hubiese sido cristiano sería San Apolonio, lo cierto es que este hombre gozó en su tiempo de una fama tan grande como la de Jesús en los suyos y se dice que no sólo es una prueba del contacto del mundo occidental y oriental sino que en los registros de unos monasterios budistas de Nepal hay pruebas de su visita, por escrito.

Apolonio se dedicó, luego de su instrucción y sus muchos viajes, a la renovación y depuración de los ritos iniciáticos de todos los cultos, desde el culto de Esculapio, hasta los misterios de Isis, Elusis y Orfeo. Un hombre así es un hombre notable.